El cazador

Asecha detrás del ventanal acribillado por los goterones. Como una enorme bestia dormida, la loma frente al refugio se roba injustamente la mitad del horizonte. En la rubia vastedad de la pampa, una silueta parda sobre el cielo plomizo. El único lugar donde guarecerse.

Entonces, en la simpleza de esa línea, una declaración solemne: ”Existo, no soy un animal mitológico”.

El cazador alista el arma. Quiere disparar y no puede. Quiere gritar, por ese afán tan humano de compartir. Para qué, si con la Naturaleza uno ha de entenderse en silencio.

Cesa la lluvia, se contiene la respiración. A lo lejos, el graznido de los gansos silvestres, deslizándose entre los juncos del humedal. Sin presentimiento alguno, la manada de guanacos se regocija en la caricia de un sol furtivo. Derrame de oro sobre los coirones.

Se escabulle un azul pálido entre las nubes hostigadas por el vendaval. Lo siguen violeta, verde, amarillo, naranja, rojo. Pausa gris y de nuevo, más intenso. Dos disparos, entre las piedras y las matas. El tirador todavía duda.

Entonces, como caballero que admite su derrota, el puma vuelve la cabeza en ademán solemne. Su lomo se encorva y se estira bajo la palma invisible del viento. Su larga cola roza el dorso de la loma, horizonte inminente, ingrato. Sus huellas se disuelven en el último rayo de luz, fugitivo de otro horizonte. Tal vez haya sido un mero juego de sombras.

El cazador de arcoíris depone su cámara, cansado. El trabajo es duro en los días grises, cuando, desde la soledad del refugio, se le escapan sus propios colores.

Nota para el lector

Al poner algo de orden en el entretecho, los textos han sido guardados en cajas apiladas desde abajo hacia arriba, en el siguiente orden: 

  • La isla azul 
  • Retrato de familia
  • Álbum de fotos
  • Mitos urbanos
  • Los cachureos
  • Patagonia
  • Océano

La pila de trastos está justo acá abajo. Te invito a buscar y desempolvar...

Contacto

El Entretecho lauven18@hotmail.com